3.07.2012

crítica EL PERRO DEL HORTELANO_dir eduardo vasco_teatro lope de vega sevilla 7 marzo



un extracto. mi crítica al completo:

http://www.masteatro.com/critica-de-el-perro-del-hortelano-en-el-teatro-lope-de-vega-de-sevilla

Y EL LOPE CON LOPE SE VISTIÓ DE GALA

Recuerdo a Eduardo Vasco hablar en las Jornadas de Almagro de hace ya una década de su pasión por Lope en otras comedias del Fénix que él había ya dirigido, tales como La bella Aurora, No son todos ruiseñores o La fuerza lastimosa. Vasco sostenía entonces que el punto de partida del teatro es el afán de comunicación, y que para que él quedara satisfecho, artísticamente hablando, las historias debían pasar por su turmix. También hablaba en aquel encuentro de la intervención severa a la que sometía los textos clásicos -huyendo de los filólogos sapientísimos…- para limpiar escenas sobrantes y adaptar ese lenguaje a sus intenciones. Y que también buscaba él caminos para que el verso no sonara cantarín, ni afectado, ni que oliera a alcanfor… Y para concluir su intervención, se apoyó en Larson y así subrayar lo que Lope insistía en transmitir: una pasión feroz donde la voluntad está totalmente subyugada.

Aquellos pensamientos -y más- de Eduardo Vasco cobran hoy más fuerza quedando personificados en su reparto -sublime por los cuatro costados, músicos incluidos, cómo no- de esta comedia de secretario -prefiero el término que le otorga Mariateresa (sic) Cattaneo que el manido comedia palatina. El epicentro de este juego escénico, la Condesa Diana, a quien Eva Rufo le da alma y vida, encarna, entre otros, el concepto lopino de los celos, que resultan ser más sanos que el hecho de no ser amado/a. Rufo maneja sus miradas y las dota, arrabbiata, del humor, del amor, del desprecio -la Merteuil queda en pañales- en definitiva: de todo el collage que Lope le podría demandar. Instantes de aria cuando la actriz transmite sonetos bajo la sola luz de un cenital acertado. Cadencias elegantes e interrupciones al dente en los versos más inquietos sin perder sonoridad y fluidez. Rufo encarna una de las máximas de su director: comunicar a través de un verso que encuentra por sí solo su ruta mágica.