Trataré y me esforzaré para describir desde aquí el no-aliento, la distorsión, los pálpitos. Trataré como pueda de dibujarles manos que empujan el aire, dedos que ruegan silencio y doce puertas que en un abrir y cerrar de giros que las abren y las cierran, tensan la caja azulada donde Upper cobra vida.
Trataré también de hacerles llegar las decenas de músculos y tendones que comunican desasosiego; la extensión y la distensión; la implosión y la explosión que bulle en piernas y brazos de los bailarines a cargo de Juan Dolores Caballero dentro de esa marmita celeste que es Upper.
Trataré de transportarles los violines iniciales del Petit Comité Ensamble que evocan a Bach, pues así les llevaría de la mano -como han hecho conmigo- a un salón de té en Viena, para que luego las Variaciones Goldberg se transformen o reconstruyan en un rock vanguardista.
Pero, ¿cómo convencerles de que lo deforme, lo bruto, puede inspirar una compasión exacta viendo a seres agitados que de repente metamorfosean en alucinaciones propias de un lienzo del Bosco? Es… alucinante. Y a la bailarina que los sortea, los acucia, los abraza y los repele también la dejan tan alucinada como a nosotros.
Upper es cómo abrir la puerta del búnker mientras nos sobrevuela un tornado; o cómo no querer despertar de un mal sueño (“El sueño de la razón produce monstruos”) para bailar hasta rompernos con nuestros propios íncubos. Las puertas se han de abrir con sigilo, si no, Upper se nos presentará en carne y hueso, en músculos infatigables de energía danzante, de electricidad en los tendones y torsos de estos bailarines tan incombustibles (Noriega, Santacruz, Gude, Pinelo, Fuentes, Gómez y Pérez).La caravana mágica del FEST sigue por las calles de Sevilla. Un itinerario que nos va recordando que el Hombre sigue siendo frágil aunque sea rey, según Atalaya, y que su alma está en un hilo según Luca Nicolaj, y que los hilos mueven una rueda que no podemos controlar, según Theater Tuig y, que si se nos ocurre detenerla, los seres danzantes de Upper salen en nuestra busca y captura sin que tengamos escapatoria, aunque veamos doce puertas blancas abriéndose de par en par.
He tratado de contarles lo que he visto. No sé si lo he logrado. Si no, el FEST les espera.
photo by Alvaro Osuna.