La temporada de Elsinor ha dado a su fin. Mi afán antiguo, el Teatro junto con mi nuevo affaire, la música, se han entrelazado en mi última creación FUCK THE MEMORY, una puesta en escena singular donde los temas de mi primer álbum THE MEMORY LANE se han visto envueltos tanto por dos de mis monólogos -rescatados y estrenados- como por tres figuras que se movían y removían, agredían y atacaban, al compás de mis acordes y mi voz, ecos de Oriente y Occidente y composiciones cinematográficas de mi productor Psicolorama. El propósito era despojarme de una memoria dañina al tiempo que apostaba yo por un híbrido como compositor, dramaturgo y director. Reto y apuesta, encore. Resultado: catarsis gloriosa y público catatónico.
Comenzamos en el pasado septiembre con el estreno de mi pieza INFECTADOS -bofetadas dramáticas con forma de teatro en miniatura, que no microteatro... - que he ido alternando con acústicos por la ciudad de Sevilla, la cual ha seguido mostrándose como ella sola sabe hacerlo: ora perezosa ante innovaciones y visitas incómodas que le hablan en inglés; ora voluble ante la sorpresa... Sevilla, que es comodona para atender a los que no le rinden pleitesía, y ultrateatrera ante aquellos que le doran la píldora hasta achicharla: a ella no le importa...; caprichosa cuando se la insiste demasiado para terminar -transidamente malaje- abriéndose de piernas aunque mirando hacia otro lado si no se le tocan las palmas. A Sevilla le gusta hacerlo con ahínco, aunque no a todos besa. Gala describía a Andalucía como la gran puta de Occidente: fornicando con todos sus visitantes sin hacer asco a ninguno y sacándoles lo mejor de ellos: Sevilla es más torpe en sus actos: es melindrosa y no sabe el valor de lo que le ofrecen. Ama las frituras y desecha las confituras. Qué le vamos a hacer. El exilio nos llama.
Y ahora nos toca descansar y echar el telón. Nos espera un otoño donde volveremos reforzados, más fervientes, más incombustibles, pues así hemos sido siempre y así seremos siempre. Somos independientes, para lo bueno y para lo malo. Contamos con la libertad para decidir nosotros solos, aunque también padecemos el ser colonia y no ser atendidos a menudo por la gran metrópoli. Aun así, aquí estamos. Mejor almorrana que mota de polvo. Porque somos de la opinión de que las bocas calladas, otorgan; las charlatanas, nos hacen reír y las sinceras, las críticas -que no las criticonas- nos animan. Y nuestras bocas están para hablar, porque para eso nació el Teatro: para que no nos callen. Gracias por todo, camaradas. Gracias a aquellos que nunca se han acercado a nuestras actuaciones: os seguimos esperando.Sabemos que vuestro tiempo es sagrado y que vuestra curiosidad no es tanta, o tal vez con vuestra presencia nos hagáís pensar que os hemos gustado o que valemos la pena... Qué temeridad por nuestra parte, ¿verdad?