9.30.2014

©"El gigante"_ monólogo

©EL GIGANTE_

(Un ser humano dibuja como puede una raya en el suelo. La observa como si de una serpiente se tratara. Sabe que cruzar esa raya es dar un paso hacia atrás o hacia adelante. Dependerá de lo que deje atrás o de lo que le espere delante de sus ojos. Tras su figura, proyectada, la sombra de un gigante en la cima de su montaña.)

El asunto de la espera se vive sin edad en el cuerpo y sin escarmiento en el alma. 
Vuelve la espiral indómita del por qué no contesta o llama; del por qué se resiste o retrocede; del por qué no acude en nuestra búsqueda o captura. 
Aquí creemos que el no sé qué alimenta cuando no es más que cangrena que se extiende, en cierto modo, bendita. 
Y aunque con más tiento caminemos, de nada sirve, pues la espera desmenuza la entraña, espolea el sentimiento y campea violenta sesgando a su paso cualquier instinto de protección. 

(Levanta una pierna en un intento de cruzar la raya.)

Así es. Así ocurre. 

(Se detiene en una pose de dimensión asiática.)

Desprotegidos al fin y al cabo. Con el puño invisible al final de la garganta, con las horas, anchas como océanos, respirando por inercia, repudiando noticias que no tengan que ver con nuestra noticia; convenciéndonos de que no será ni la primera ni la última, porque sabemos a la perfección que con una vela menos, habremos de remar más fuerte. Y nos maquillaremos para engañar al gigante cuando es el gigante quien activa esta maquinaria y se burla de nuestra entrega, cada vez más caduca y descompasada. 

(La figura del gigante tiembla tras su figura. La montaña se tiñe de rojo volcánico).

El gigante se burla de que no hayamos aprendido la lección y nos presentemos ante él con un nuevo caso de rechazo, travestidos, llorosos, alterados, insomnes, empapados de drogas y confundiendo el sueño con el barro. 
Y ante este gigante mostramos la otra mejilla para que nos derribe, como siempre lo ha hecho, sin consuelo, sin edad en el cuerpo y sin escarmiento en el alma."

(No cruza la raya. Se acuclilla y la borra como puede. El gigante se hace tan enorme que provoca un oscuro en escena. La montaña vuelve a su volumen original. Y suena, como siempre ha de sonar, un sonata cualquiera de Bach.)


Foto: Benjamín Lozano / Ismael Múrtula. El Incorrecto. Sevilla, 2009.