9.25.2011

momentum 42_la muesca



X.- No quiero verte más. Y si te pones delante de mí, miraré hacia otro lado. Eso es todo.

Y.- (...).

X.- Para mí es como si estuvieras muerto.

Y.- ( ...)

X.- Al final más de uno tenía razón.

Y (silabeando casi).- Por eso no me quieres volver a ver nunca más.

X.- Por eso te he estado eliminando allá por donde ibas apareciendo, o por donde yo tenía la sospecha de que podrías aparecer.

X.- Lo he notado.

Y.- Lo has notado, ¿verdad?

X.- Perfectamente. Hay que ser imbécil para no darse cuenta.

Y.- Así están las cosas.

X.- Deduzco entonces que me has eliminado de tu vida.

Y.- No seas cínico. No deduzcas. Es como es. Estás fuera de mi vida. Y punto.

X.- ¿Me dejas decirte algo?

Y.- ( ... )

X.- Es legítimo el derecho a réplica, ¿no? Al menos por el tiempo que hemos compartido.

Y.- Di lo que tengas que decir. Nada de lo que digas o hagas me va a hacer cambiar de opinión.

Pausa

X.- Hace mucho tiempo, más del que tú te imaginas, fui yo el que te había eliminado de mi vida.

Y.- Y yo voy y me lo creo.

X.- Puedes pensar lo que te apetezca. A tu edad, el ímpetu se llevará por delante a la sensatez, así que tu altanería y tu ofuscación están justificadas. Noté cómo lo nuestro se había quebrado lo bastante para que aquéllo ya no fuera perfecto, ni conveniente, ni sano, pero sí revelador. La muesca en el vaso estaba ahí, y yo, cada vez que estaba contigo, me sentía obligado a beber en ese vaso. Y así lo hacía, pero con la cautela suficiente de no hacerlo por donde estaba esa mella. Con el tiempo me di cuenta de que te tenía que expulsar de mi vida cuanto antes, porque el día menos pensado, cuando yo tuviera mucha sed, bebería de ese vaso sin pensar en aquella hendidura y mi labio sangraría. Y lo peor de todo: ninguna palabra tuya bastaría para sanarme.

Y.- No sé cuándo ocurrió eso pero lo que sé es que seguías ahí. (Aparentemente triunfal) Te tenía atrapado.

X.- Claro que seguía yo ahí, porque me tenías atrapado, y mucho, pero a mí también me interesaba. Era sólo una muesca en el vaso, pero hasta que el vaso no se partiera, yo podía seguir bebiendo en él. Me interesaba que mis planes, en los cuales tú participabas, se cumplieran en mayor o menor medida. Te tenía que hacer trabajar tanto como tú me habías hecho trabajar a mí. Te tenía que inquietar tanto como tú me habías inquietado a mí. Y ahora vas y me vienes con frases de tragedia griega cuando ante mí, te lo aseguro, sólo estás interpretando una ópera bufa. Pero a tu edad es normal. Piensas que el punto y final lo has puesto tú cuando ni siquiera sabes ortografía. Y sí, claro que me seguirás viendo. Siempre. La memoria se dedica a juegos muy crueles. ¿Te suena?

Pausa breve

X.- Sabes que al final me he salido con la mía, porque en mayor o menor grado, has trabajado para mí. Y porque las luces ya las había apagado yo mucho antes.



de la obra ©DEADLINES de carlos herrera carmona.