1.22.2013

Guitarras, cámaras y una Sevilla liliputiense_

Alejado durante este tiempo de las salas de teatro y a la espera de que algunas de las representaciones que pretendo ver arriben a Sevilla, o bien aúpen a las de aquí al escenario, me mantengo entretenido. Por un lado, como algunos ya saben, finiquitando y grabando el resto de mis temas de una colección a la que he llamado -por aquello de mi impaciencia y hambruna- READY FOR THE FEAST, donde se incluyen diez temas propios en inglés y uno en español con la colaboración de mi amigo y músico desde hace décadas en nuestro quehaceres teatrales, Manuel Caballero, así como el asesoramiento vocal de Lola Serrano (Soprano)  y Prado Márquez (Directora de coro).
El primero en salir ha sido SO QUIET. Y luego vinieron los trillizos: MY ADVICE, DON'T y TEARS, donde el amor equivale a rendición o nulidad  y el daño propio se revuelve para convertirse en motor de búsqueda.
En este enlace los podéis escuchar: 

http://www.soundclick.com/bands/default.cfm?bandID=1277488&content=music 

Por otra parte, dirigiendo estoy el reparto de la serie en inglés RESET escrita por Alfredo López Guede de Digicromo Producciones: un trailer a punto de ser rodado y un elenco actoral dedicado y obediente, animado y sorprendente.

De puntillas por este nuevo mundo de acordes sin acuerdo alguno, logrando mantener el índice de la creatividad a un nivel que permita seguir creyendo y convenciendo, destartalando y asombrando -en peor o mejor medida- a más de uno. Podría narrar y elucubrar, sin embargo, lo resumiremos en un castizo refrán que me viene como anillo al dedo: quien tenga las uñas largas, que toque la guitarra... Máxime cuando en esta Sevilla, el más mínimo conato que se ejecute en aras de la creatividad, corre el riesgo de ser traducido en sombría mueca de asombro, en cejudo y airado ceño, el cual, más que perplejidad, denota molestia. Este caserío asmático donde emergen ateneos de alto y bajo copete que creen maringonear cada sustrato cultural de esta urbe, urbe que, por encima de todo, siempre se ha destacado por su picaresca, su hampa y su malicia y por presumir de ser idóneo escondite para que un rufián pudiera esconderse en la Europa en nuestros Siglos de Oro; burdel con olor a incienso; feria de vanidosos y anaquel pinturero donde el Teatro recauda más fieles en sus aceras que en las tablas.
En mis genes tartésicos claro que también transporto tan sorprendente herencia de la cual, ora bien podría presumir para que el viento soplara a mi favor, ora más bien me suelo asquear, aunque prefiero pensar que esto, pensar, puede ser la única vacuna para no hundirse en este gazpacho sureño; también intentarlo y no mirar, ni hacia atrás ni hacia los lados, por si acucian los ateneos hispalenses, caldos apetecibles para que Jonathan Swift nos regalara su visión más caústica y delirante. Amén.