4.18.2011

matthew+ruth _ BASTARDS: the cracking door. fragmento.

( . . . )
Ruth  agarra a Matthew del brazo fuertemente.
MATTHEW.- No insistas, por favor.
RUTH.- Escucha. (Soltándole muy despacio). Me sabía tus historias de memoria. Cuando yo terminaba de trabajar en aquel sitio horrible que me dejaba agotada, te esperaba, para oír como hablabas de ella, de la ciudad y de la noche.
Llegué a envidiar tanto a esa mujer que con el tiempo aprendí a amarla. Tú apenas la describías, pero  la dibujabas a la perfección sólo con tus sonrisas, para nosotros, Matthew, para tu familia... La familia es un imán que merece estar enterrado en un lugar desconocido, sin que sintamos nunca la necesidad de ir en su busca.
Matthew deja caer la revista y el lápiz al suelo.
MATTHEW.- Deja de hablar así.
Ruth intenta disimular.
RUTH.- ¿Era tan hermosa como decías?
MATTHEW.- ¿Quién?
RUTH.- Pues esa mujer, ¡quién si no! A ver, ¿de qué color era su pelo? ¿Tan oscuro como el mío? ¿Y sus ojos? ¿Cómo eran sus ojos? ¿Castaños? ¿Celestes? ¿Grises por casualidad? Me es tan difícil recordarla, hermano. Creí que sus ojos eran azules, como el agua del río. Una vez me sorprendiste destrozando el lienzo donde yo misma lo había dibujado. Me había quedado tan real el rio bajo el puente de hierro... Ese puente gigantesco y frío. Pero lo destruí. ¿Y sabes por qué, Matthew? Porque me daban ganas de tirarme desde allí con piedras alrededor de mi cuello. Seguro que tú habrías dicho en mi funeral: “Vanidosa. Pretendía superar a Ofelia y eso es imposible.” (Ríe) Pero ahora te confieso que pinté ese río para recordar los ojos de aquella chica, no más. Usé el tono más azul, ese azul profundo e incomprensible que a nadie llamaba la atención, pero que a mí me sugería todo un universo. Dime si miento ahora.
MATTHEW.- ¡Basta!
RUTH.- Oh, Matthew, qué dichoso fuiste con esa chica, qué dichosos fuimos todos con ella... Qué hermosa tuvo que ser, qué gozo tuvo que vivir ella contigo a su lado. Pero, ¿cómo es que no sabes nada de ella? Si era tan hermosa, tan perfecta; si era capaz de hacerte soñar, de hacernos soñar, ¿cómo pudiste abandonarla? ¿Cómo es posible que no sepas nada? Es del todo improcedente. ¿Por qué no la has vuelto a nombrar desde entonces? ¿Qué pierdes? ¡Hazlo, animal! ¡No te cuesta nada! ¿Es que ya no queda en ti ni una pizca de valor? ¿Dónde está aquel ímpetu tuyo que te convirtió en un rebelde frente al mundo? Si era tan hermosa, ¿por qué no lo intentas? ¡No te cuesta nada, retrasado! No te imaginas cuánto bien nos harías si la llamas un día de éstos y la invitas a una cerveza, y bailas con ella, y os vais a las afueras a contemplar el cielo, a rodearla con tus brazos, vamos Matt, así la podrías acariciar y besar su vientre y su cintura; susurrar mis versos en sus oídos, los que yo misma escribía para ella noche tras noche. Entonces ella acariciaría toda tu piel. ¿Por qué no lo permites? ¿Por qué no juegas a ser aquel cretino? ¿Por qué te burlas de tu hermana, de tu propia familia? ¿No te das cuenta de que eres un insensible, un egoísta, un impostor? ¡Eso es lo que eres: un impostor más! ¡Un impostor sin nombre ni apellidos! Te lo estoy suplicando: permite que disfrutemos contigo. ¿Por qué no la recuerdas de una jodida vez? (Le golpea repetidas veces. El joven se escuda con sus propios brazos. Quedan quietos. Tras un breve silencio, Mathew comienza a hablar con dificultad).
MATTHEW.- Porque no existe. Nunca existió. Nunca. ¿Te enteras? Lo sabes tan bien
como yo... ¡Deja de fantasear!
Matthew estalla en un llanto agudo y doloroso. Ruth queda ausente por unos segundos.
Silencio.
MATTHEW.- Ya nada será como antes por mucho que te empeñes.
RUTH.- Lo sé. Pero eres tan cómplice de esta tragedia como yo.


fragmento de la obra homónima © BASTARDS