1.05.2011

©Venecia_ extracto de mi obra ©Terminal_sevilla 2009


©VENECIA_

No quisiera morir en Venecia. Ni ver tu figura recortada sobre el mar. Ni que la enfermedad  me obligue a partir antes de tiempo, pues sería alejarme de ti para siempre.

Conozco esa mirada. Conozco el trayecto, la intesidad y la luz. Conozco la cintura y conozco el placer que puedes provocar con tus dedos. Conozco Venecia. Su olor. Su calma aparente. Conozco Venecia y no quisiera morir allí. Ni sentir el impacto fatal de un roce tuyo en el ascensor, ni el despiste buscado, ni el fruto de una casualidad por tu parte o por la mía.

Conozco la altura, el insomnio y lo remoto. Conozco los labios mojados que llaman a gritos a los míos. Conozco el despertar con la mirada llena, el pecho lleno y las manos listas para el abordaje. El crescendo al acercarse la hora y el letargo hasta el día siguiente, también los conozco. El piano que adormece, tu risa que hidrata y tu cuerpo que inspira, también los conozco. Pero no quisiera verme yo corriendo tras de ti, tras tus años,  más veloces siempre que los míos, cerca del mar. Aquí, en mi boca, al pronunciarte, no hay fronteras; y allí, en Venecia, quedará sin título este romance a destiempo. Porque también conozco a la perfección los estragos de un ritmo diferente al mío, y una cadencia rota por posibles e imposibles.

Te quedarás aquí, como otros muchos, entre líneas, para releerte más tarde. Y para que Venecia siga siendo principio y nunca fin de trayecto.


Tanto la novela de Mann como el filme de Visconti inspiraron este monólogo.
Foto: Múrtula y Lozano, actores. ensayo obra ©El Incorrecto. Sevilla, 2010.

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