3.30.2011

a propósito de Gabino en Sevilla de nuevo.


Relanzo mi crítica al show de Gabino Diego dada su vuelta a Sevilla al Teatro Quintero los próximos 14 y 15 de abril.

La ternura y el alma cándida de Gabino Diego consiguen que los noventa minutos de su show transcurran en un abrir y cerrar de ojos. Lo que Gabino nos cuenta - porque sólo le falta el "érase una vez" de cualquier cuento - no es sino su propia vida como persona y como actor e incluso como cantante; nos describe lo que habían sido sus sueños, su realidad y, sutilmente, hilando muy fino, y con las armas que siempre han empuñado los más inteligentes, la ironía y la sonrisa, pasa revista por cuestiones que perturban al hombre de hoy en día: la incomunicación y la carencia del humor.

Gabino se rinde ante su público animándolo, saludándolo, cortejándolo y dejándolo, cuando él acertadamente decide, mudo y atento, mientras recita versos que nadie espera, y que por eso mismo, el respetable se acongoja y el actor logra su cometido: la palabra ha vuelto a triunfar – para eso estamos en un teatro - y la risa/sonrisa/carcajada (tres platos a elegir) la acompaña, para eso estamos en manos de este cómico, es decir, en buenas manos.

Sin dejar títere con cabeza, con su papel de hombre-elenco/hombre-orquesta y el efecto bululú al cien por cien de su capacidad, le sobra y le basta para llenar la escena, dando pinceladas de un sarcasmo dulzón con el que pinta al Rey y a algún que otro personaje deshauciado y a algunos políticos. Si los personajes son reales o no, el propio actor nos comenta que algunos sí, pero que hay otros que prefiere no desvelar el secreto.

La autocrítica le funciona. Gabino se practica una suerte de harakiri cabaretero hasta dejarnos muy claro, eso sí, que al fin consiguió haber pisado la alfombra roja en Hollywood, cuando nadie había confiado nunca en él. Sin embargo, ni qué decir tiene, que la habilidad de Gabino reside en contarnos todas sus "penurias" como si nada, tierno, cándido, como si nunca lo hubiera esperado, como si nadie se lo hubiera imaginado, pero que ahora, a toro pasado, se jacta -siempre dulcemente- de que le quiten no le pueden quitar lo bailao...

Pienso que la clave del monólogo está en aquella que siempre han poseído los clowns: te lo digo cantando, te lo digo sonriendo, te lo digo para inspirarte ternura, te lo digo para que te diviertas, te lo digo para que me prestes mucha atención, pero sobre todo, a lo que voy, mi fin único: te lo digo. Y he ahí el quid de la cuestión: noventa minutos llenos de mensajes acaramelados los cuales, entre bromas y veras, llegan de veras y no son tan de broma. Salteados con versos de Hamlet, con los de su amigo poeta, con canciones que inspiran optimismo y un canto a la vida, nos divierte, nos descubre, pero no del todo, como debe ser: para que pensemos.

Aprovechar estas líneas para felicitar al Teatro Quintero que retoma el testigo del ya inexistente Teatro Imperial de la calle Sierpes y vuelve a acercar al público de la capital andaluza espectáculos de este tipo. No sería exagerado decir que Sevilla bien puede ser de nuevo parte del acerado de la Gran Vía madrileña al cubrir esta sala con su repertorio las exigencias de amantes de estos expectáculos.

Este artículo se puede seguir en http://www.masteatro.com/

3.29.2011

animales+madrigueras



momentum_ 13

a.- Tu perfume... Me dan ganas de vomitar. Aparta.
b.- ¿Ya no te gusta?
a.- Cierra los ojos.
b.- Me gustaría saber por dónde vas a empezar cuando salgas de aquí, sobre quién pondrás el objetivo esta vez.
a.- No creo que nunca vaya a salir de aquí.
b.- Claro que sí. El mundo te espera, campeón.
Silencio
b.- Háblame.
a.- No quiero hablar contigo. Sólo tengo ganas de vomitar.
b.- Lo quisiste todo de golpe y sabes que yo me muevo a plazos. Te lo dejé muy clarito.
a.- No hacías nada. Eras una ineficaz total. En la cama parecías una crucificada. No eras capaz de mover un solo dedo. La pereza es tu segundo nombre.
b.- Piensa que el impacto podía haber sido bestial si no hubiéramos frenado a tiempo.
a.- Gente como tu incita al suicidio.
b.- Atacas como nunca. Ríe.
a.- No quiero seguir hablando contigo. Necesito vomitar. ¡Enfermera!
b.- No te pongas así, que no te conviene.
a.- Porque tú sí sabes lo que me conviene, ¿verdad? ¿verdad que sí?
b.- Te conviene que no llames más a la enfermera: deja que sea yo quien te cuide.
a.- Tú y yo no tenemos nada que ver. Ya no hay nada que hacer.
b.- Eso no te lo crees ni tú.
a.- No debimos conocernos nunca. Al principio me fascinabas, pero luego me hacías callar y callar; disminuirme, una sombra.
b.- Estás bien equipado.
a.- Tu consolador. Tu animal.
b.- Tú eres el animal. Desperté y te metiste en tu madriguera.
a.- Yo lo llamo tranquilidad.
b.- Y yo lo llamo escondite, hoyo, recoveco, pozo, escondrijo, cueva, túnel, caverna...
a.- ¡Pues sí! ¡Para estar a salvo!
b.- Aquí no se puede dar voces.
a.- Yo ya no quería comunicarme contigo. No quería verte. No quería tocarte. No quería. No te quería. Te despreciaba.
b.- Tal para cual.
a.- Tu perfume me marea. Tengo ganas de vomitar. ¡Enfermera!
b.- Sé que me quieres. Sé que yo soy como ese marcapasos que te acaban de empotrar en el corazón. Sin mí, no funcionas. (Se acerca a él para que pueda olerla mejor).
a.- ¡Enfermera!
b.- Grita todo lo que quieras, pero sabes que soy la pieza clave para que puedas funcionar, para que el mundo no te eche a patadas. (Se acerca a él para que pueda olerla mejor).
b.- ¿Ves? Ya se te han pasado las ganas de vomitar. Justo cuando empiezas a quererme de nuevo.
a.- ¿Crees que la culpa es mía?
b.- Por supuesto. ¿De quién si no iba a ser, campeón? Recuerda que mi corazón es más fuerte que el tuyo. A la vista está. Pero tú, sin ese artilugio, (se acerca más aún), es decir, sin mí, no sabrías seguir en este mundo.
fundido

de la obra ©DEADLINES.

Tràiler de 'Gang bang' de Josep Maria Miró i Coromina

pez grande?

momentum_10

a.- Te invité un par de veces y me dijiste que no. ¿No se te ocurre otra respuesta?
b.- Pues sí. Que es de locos.
a.- Podías haberte acercado tú también. La distancia es la misma.
b.- Esta vez te tocaba a ti.
a.- Dos veces y dos negativas seguidas.
b.- No hay más preguntas. Te ha corrido el turno.
a.- Ahora tú eres el pez grande.
b.- Ya ves. Esto es la jungla, chaval.
a.- Y ahora soy yo quien se arrodilla, quien pide, quiem llama y quien no quiere perderte.
b.- Y ahora soy yo el que se queda quieto.
a.- Como hice yo.
b.- Y ahora soy yo el que dice no.
a.- Como hice yo.
b.- Y ahora yo soy quien tardará en contestar tus mensajes y quien terminará por no coger el móvil.
a.- Como solía hacer yo.
b.- Lo dicho. Te ha corrido el turno, chaval.
a.- Que pase el siguiente, ¿no?
b.- Asiente.
a.- Pues ten cuidado porque puede que mañana ya no seas tú el pez grande.
b.- No me cogerá por sorpresa. Esto es la jungla. Pero yo al menos sé qué papel estoy jugando.
a.- Suerte.
b.- Para ti también.
a.- ¿Y por qué me miras así ahora?
b.- No sé... Creí que tú y yo.... al final... podríamos... en fin, da igual.
a.- Eso también pensaría el que estuvo antes contigo, y tú, por lo que veo (Le acaricia) te lo quitaste de en medio. A la vista está. Mira. Me lo he pasado muy bien. Besas como nadie. Pero tú lo has dicho: que pase el siguiente.
oscuro
de la obra © DEADLINES.

3.27.2011

3.26.2011

escape

momentum_ 36

(El siguiente personaje no puede hablar. Enmudeció hace tiempo y nadie sabe aun por qué. Ni siquiera el autor. Así que la acotación hablará en su nombre:)

a o b.-
Escaparme a donde sea.
Tan sólo te pido una condición: que al llegar allí, no te encuentre.
Escaparme sin dudarlo.
Escaparme sin equipaje.
Escaparme de ti.
Escaparme con ganas y con todas las consecuencias.
Escaparme sin pensarlo, con las dudas y los propósitos.
Llevarme tu memoria para perderla antes de que ella me haga perder el juicio a mi. Escaparme a donde sea, y si no hay camino, no te preocupes que yo lo hago.
Lo haré recordándote, que será como olvidarte; y así iré llegando hasta donde sea, desprovista/o de ti, de tus dudas y de las mías, que ya son una sola.
Escaparme a donde sea: ahora.
He ahí el dilema..

(Somos conscientes de que el personaje como tal lo habría expresado mejor, pero la acotación es lo más socorrido para estos casos. )

foto: estreno © agnus dei. cía teatro mínimo. cádiz, nov. 2010.

3.23.2011

sin siesta = reflexión

mejor pensar que tenemos caducidad. así escuece menos cuando te eliminan. y así se justifica mejor cuando eliminamos o ya hemos eliminado. es de locos pensar que somos perpetuos, que podemos ser perennes en el día a día del Otro.
las proporciones de nuestra maleta son las que son, así que eliminemos cuando hacer hueco sea imposible. es ley.
la cosa es que nos pasamos media vida haciendo hueco para reconocer al final que lo que hemos estado transportando en nuestra maleta durante mucho tiempo se ha terminado pudriendo. he ahí nuestra caducidad.