3.10.2011
3.09.2011
3.08.2011
los diablos menores
Estampa IV
Apartamento.
EDUARDO -unos 40, arquitecto- dibuja un plano.
Llaman a la puerta.
Silencio.
EDUARDO (concentrado).- Adelante.
Entra SARA, su compañera. Unos 30. Desocupada. Trae algo escondido.
SARA.- Buenas noches, Eduardo.
E.- Buenas noches, Sara.
Pausa
S.- ¿Qué? ¿Todo bien?
E.- Perfecto.
Pausa
S.- Ya he llamado a la pizzería. Tardarán unos veinte minutos.
E.- Estupendo.
Pausa
S.- La he pedido sin orégano. Como a tí te gusta.
E.- Magnífico.
EDUARDO levanta la cabeza. Se miran. Sonríen.
E.- ¿Qué traes ahí?
S.- He estado ordenando un poco el trastero y... y me he encontrado esto.
SARA le enseña un cuadro con unas flores. El lo observa. Sonríen.
E.- Es realmente hermoso. Vuelve a su trabajo.
S.- Sí que lo es. Y por eso he decidido que lo voy a colgar en esta habitación. Le dará otro aire. Para mi gusto esta habitación es demasiado... fría. A ti te gustan mucho las paredes vacías, Eduardo, pero a mí... a mí me cansan. Parece como si por aquí no pasaran las estaciones.
E.- Pero pasan, ¿no?
S.- Claro que pasan. Se me ocurre cada cosa...
Pausa. Ella contempla el cuadro.
S.- Los tonos son delicados. Sin demasiadas flores. Como a ti también te gusta. Dicen tanto estas flores... Se acerca a él y éste la mira. Una flor., Eduardo...
Miradas.
S.- ...una flor puede simbolizar lo que tú quieras. Lo importante es tener símbolos y querer usarlos. Tú sabes, hay unos símbolos que se comparten y otros que no. No sé si me entiendes, pero eso es lo de menos.
Sonríen. El vuelve al dibujo. Pausa. Ella le da una palmada en el
hombro y éste la vuelve a mirar, sonriendo.
S.- ¿De verdad que te gustan estas flores, Eduardo?
E. (volviendo a dibujar).- Mucho. Me gustan mucho. Muchísimo.
S.- ¿Qué te parece si lo cuelgo en esa pared? Y así, si te da por mirar a la derecha, lo verás.
E.- Perfecto.
S.- ¿Y si lo cuelgo en esta otra? Si te da por mirar a hacia atrás, no tendrás más remedio que verlo.
E.- Estupendo.
S.- Aunque estoy pensando, que si lo cuelgo en ese otro lado, no le dará el reflejo del sol.
E.- Magnífico. La mira. Pero recuerda, Sara, que aquí no entra el sol.
Miradas.
Pausa.
E.- De todas formas, donde tú lo coloques, quedará perfecto. Seguro que sí.
El vuelve al dibujo. Ella queda pensativa mirando a su alrededor.
S.- Eduardo.
E.- Pero, ¿todavía sigues aquí?
S.- Claro que sigo aquí. ¿Quieres que me marche ya?
E.- No, no. En absoluto.
El continúa con su dibujo. Ella toma aire.
S.- Sólo por curiosidad, Eduardo. ¿No encuentras ningún fallo en nada de lo que digo o hago?
E.- Pues no.
S.- ¿Y puedo preguntarte por qué?
E.- No que no puedes.
S.- ¿Que no puedo?
E.- No debes, Sara.
Pausa
S.- ¿Y si no cuelgo el cuadro? ¿Eh? ¿Qué crees tú que pasaría? ¿También vas a decir que será "perfecto", "magnífico", "estupendo"?
E.- No pasará nada. No lo cuelgas y ya está.
S.- Pues ahora para mí no es perfecto. Ahora me doy cuenta de que...
El se levanta, se acerca a ella, la abraza, la besa. Sonríen.
E.- Escúchame con muchísima atención, Sara. El mundo se cae a pedazos todos los días...
S.- ... conmovedor...
E.- ... y nuestro mundo particular también se cae a pezados todos los días...
S.- ... enternecedor...
E.- ... por lo tanto sé... Ella intenta decir algo, pero él le tapa la boca con la mano cuidadosamente. ... sé que contigo estoy a salvo; sé que siempre serás el único pedacito que se mantendrá ahí, colgado, quieto. A veces temblarás como una hoja, a veces temblarás como un volcán. Por eso duermo tranquilo: porque sé que seguirás ahí: débil y fuerte.
El retira la mano y ella la besa.
S.- ¿Por qué siempre me dices lo mismo para decir que...?
E.- Porque es la única técnica válida que he adquirido con el paso del tiempo.
Silencio.
E.- A ver, tú crees que algo está empezando a fallar, ¿no es eso?
Ella sonríe y le besa.
S.- No es eso.
E.- Mirada.
S.- Decidamente no.
El vuelve al dibujo. Ella prueba el cuadro en diferentes lugares.
Suena el teléfono.
Ambos lo miran.
Silencio.
Quedan quietos.
El vuelve al dibujo.
Ella deja el cuadro y levanta el auricular.
S.- ¿Sí? ... ¿qué tal? ... sí... sí. Hace ya bastante tiempo... no, no que no he estado contando los días como te podrás imaginar ... se me dan muy mal los números, por eso elegí letras, como tú bien sabes. .. ¿Cuánto? ... ¿Tanto? ... ¿Un año y diez meses? Cuenta con los dedos rápidamente. ... pues ahora que hago cuentas es verdad ... sí que podría ser... pero qué imbécil eres ... sí ... sí, sigues siendo un imbécil... pero cómo se te ocurre decirme esas cosas... Ríe.
EDUARDO deja de dibujar. Miradas. Ella tapa el auricular.
S.- Es para mí, Eduardo.
Pausa. SARA retoma la conversación al teléfono.
S.- ¿Cómo? .... ah, sí ... bueno ahora llevo el pelo más corto ... no, no mucho ... te ruego que no me vayas a dar lecciones de moda a estas alturas. Siempre he sabido elegir yo solita ... ¿inoportuno? ... bueno, algo sí la verdad ... ¿el qué? ... mira, contarte todo lo que me ha pasado en este tiempo por teléfono te puede salir caro, Luis ...
EDUARDO levanta la vista, mira fijamente a SARA y tira una de sus reglas contra el suelo.
S. tras reirse de EDUARDO.- Un año ... sí, un año juntos ... fue precisamente gracias a aquel anuncio de oferta de trabajo que tú mismo me pasaste ... sí, son esas cosas curiosas que pasan en la vida ... ¿de película? ... pues sí, aunque para mí fue de lo más normal ... así es la vida ... la vida está repleta de cajas de Pandora ... mira, Luis, si para ti esas cajas sólo contienen monstruos, es problema tuyo ... la verdad es que Pandora se está portando muy bien conmigo esta vez ... oye Luis, mientras estuve a tu lado, Pandora fue dañina y cruel ... ¿que uso bien las palabras? ... ya sabes porque elegí letras ... no vayas a decirme ahora que me lo pusiste en bandeja ... no seas grosero ... no, no me acosté con él para conseguir el trabajo, pero sí cuando ya lo había conseguido ...
SARA ríe. EDUARDO tira otra de sus reglas contra el suelo. Ella la recoge, la deja sobre la mesa sin dejar de mirar a EDUARDO.
S.- ... ¿que qué ha pasado? ... nada un cruce ... ¡ay, Luis! Siempre con tu cinismo a flor de piel ... no, me acosté con él por pura atracción ...
EDUARDO se acerca a SARA. Ella comienza a acariciarle el
pelo.
S.- ¿Sabes Luis? Mi nuevo amor se llama Eduardo. Su pelo es rizado y sus ojos me llevan hasta el mar que tú tanto odiabas ... ¿que cómo me mira? ... su mirada derrota mis pecados, mientras que sus palabras son pura rima; sus dedos me hablan en verso y me acunan en las noches de tormenta. Te diré, Luis, que gracias a él, siempre tengo algo que hacer cuando me levanto cada día; gracias a él, podría llenar todas las paredes de mi hogar con cuadros, cuadros grandes y pequeños, cuadros de los artistas más extravagantes... ¿si se ríe? ... su risa es el recuerdo de mi infancia, la lumbre, el regreso inesperado. Cada vez que él deja caer su mano sobre mi cuerpo, es un contínuo y exquisito escalofrío ... sí, también puedo sentir con él el peso de la noche y sumergirme hasta el fin del universo si es que existe ... si quieres que te hable de sus besos, Luis, te diré que es fragua perpetua, y si quieres que te hable de su abrazo, te diré que es un pétalo distraído que no sabe a dónde ir ... ¿y su piel? ... su piel es luna de agosto ... ¿y su silencio? El aire que respiro cuando el mundo me asfixia ... lo siento Luis. No hay más datos disponibles. Encargué una pizza hace un rato y Eduardo y yo estamos muertos de hambre ... sí, ya sé que a ti también te gustaban las pizzas sin orégano ... pero es en lo único en lo que os parecéis ... si lo sabré yo ... no hay de qué. Adiós Luis. Tengo que colgar ... Que te vaya bonito.
Dos posibles finales, a elegir:
1º.- SARA le ofrece la mano a EDUARDO. Salen de escena cogidos de la mano. Oscuro. Luz. Entra SARA. Todas las paredes aparecen llenas de cuadros de todos los tamaños y colores. SARA sonríe. Oscuro.
2º.- EDUARDO saca un revólver del cajón de su mesa y apunta a SARA. Oscuro. Suena un disparo. Luz. En la escena el cadáver de SARA y en su mano, el revólver. La caja de una pizza junto a ella. Y en una de las paredes, el cuadro de flores que ella sacó a principio. Suena el teléfono. Oscuro.
©Los diablos menores de carlos herrera carmona (Cía. Elsinor Teatro. Sevilla 1997).
Reparto: Agustín Burgos y Raquel Guerrero.
Foto: ©Agnus Dei de carlos herrera carmona(Teatro Mínimo. Cádiz, 2010).
3.07.2011
3.06.2011
mentimos a perpetuidad
"...no se nos conoce. Mentimos a perpetuidad. Eso es lo que hace la vida tan curiosa y a veces tan interesante. Le mentimos al mundo en público y a nosotros mismos en privado. Sentimos una intensa pasión por lo teatral, que saciamos en dos tipos de puesta en escena: las que representamos para los demás y las que representamos para nosotros mismos. Ambas son interesantes, pero las segundas son más absorbentes. Nuestras vidas secretas, nuestros vicios secretos, son las obras que representamos para nuestro propio disfrute (...) hacemos de nuestras virtudes vicios y vicios de nuestras virtudes..."
Robert Hichens, El clavel verde (Uk, 1864-Zurich 1950)
3.04.2011
crítica LILITH, ADAN Y EVA O LA REBELION EN EL EDEN.
UN CATECISMO, UN SERMON Y UNA MANZANA.
por carlos herrera carmona
Parece ser que nos guste o no, Dios pretende estar en todas partes, y que como bien airea Asunción Sanz, actriz que encarna el personaje de Lilith "no nos lo podemos quitar de encima". Así que esta noche la voz del Dios de nuestra infancia a lo Cuéntame y los infortunios, enredos y procacidades de sus tres criaturas -Adán, Eva y la anterior- han hecho su aparición divina en la Sala La Fundición de Sevilla como el que no quiere la cosa.
Al comienzo la pieza plantea, con pretensiones a lo Woody Allen, acercarnos al Génesis como si de una sit-com se tratase. Y de hecho, arranca animosa, vivace. Réplicas chisposas, eslóganes feministas algo mordaces los cuales siempre son de agradecer y una provocación cándida a la hora de tratar, sobre todo, el cómo, el cuándo y el por qué del coito en el Edén. Dios aún aguarda.
Lo inquietante surge cuando la obra echa a andar y Dios entra en acción: lo que podía haber derivado en una farsa adulta, en un toma y daca metido en lodo entre la primera mujer en la historia, Lilith, y la segunda, Eva; lo que podía haberse convertido en un enredo a lo Billy Wilder con un Adán dulcemente apelelado y/o apaleado que podía haber suscitado mucha más empatía y mucha más ternura, el montaje se nos revuelve y deriva hasta rezumar doctrina eclesiástica por los poros a fin de que un contundente catecismo se abra de par en par sobre el escenario.
Ya sabemos lo del dies irae, ya sabemos que Nuestro Padre es miope y que no soporta llevar gafas, ya sabemos que quien nos creó y nos castigó logra en el Nuevo Testamento un lavado de imagen reluciente y prácticamente llega a convencer de nuevo a media humanidad, sin embargo no veo la necesidad de que me lo expliquen citándome textualmente las Sagradas Escrituras cada dos por tres y el corpus mitológico hebraico etc.
No habría estado nada mal que el director (o el autor...) hubiera regalado a su puesta en escena un guiño al legendario árbol beckettiano sobre una estepa baldía y así la sensación de desamparo de los tres personajes hubiera quedado más acentuada que con un telón de fondo pintado y un tronco de plástico iluminado (?).
Por eso me quedaré con la chispa que me sorprendió al comienzo, con la verbigracia y ritmo actoral, con la serpiente/femme fatale de Lilith quien, exitosa, se contonea por el Edén como Pedro por su casa y que corrompe a una Eva como quien está en un bulevar tomando té con pastas. Por eso me quedaré, sin duda, con la delicada Mercedes Bernal (Eva) que parece que anda por allí como por arte de magia -¿acaso no nace de una costilla...? Y por último me quedaré con la candidez exacta de Adán, por cómo se deja llevar por ambas féminas como si Dios ya le hubiera desterrado de antemano, por el vaivén acertado de este actor que sabe cómo llevarnos del instante más burlón al más tierno instante.
Parece ser que el año ha comenzado en las tablas hispalenses oliendo a sermón. Tras los 7 pecados capitales de Producciones Imperdibles que nos recordaban que seguimos pecando mucho mucho mucho y que no tenemos remedio ni salvación, ahora le toca el turno a Hernández Centeno quien nos remacha la idea a la inversa y añade que el más malo de los malos de este largometraje que es la vida es precisamente el que nos "creó" (?). Moraleja según el autor: mejor haber canjeado la dichosa manzana por el libre albedrío: hemos salido ganando.
¿Y ahora que hago yo con los 7 pecados capitales que vi en el Central? Sólo falta Estrella sublime de la Cía. Bastarda Española de nuevo en Sevilla y ya tenemos el retablo completo...
Para concluir diré que gracias a Dios -¿puedo?- que allí estaban Asunción Sanz, Iñigo Nuñez y Mercedes Bernal para librar a la dramaturgia de Centeno y a nosotros de mal. Amén.
http://www.youtube.com/watch?v=eUXOuowsDak
http://www.youtube.com/watch?v=eUXOuowsDak
Lilith, Adán y Eva o la rebelión del edén. Síntesis Producciones. Autor: Antonio Hernández Centeno. Idea original y Dirección: Javier Ossorio. Reparto: Asunción Sanz, Íñigo Núñez, Mercedes Bernal, Idilio Cardoso (voz). Escenografía: Gonzalo Narbona. Música: Santiago Martíñez. Sala: La Fundición. Fecha: 3 de marzo. Aforo: Lleno.
esta crítica se puede ver en http://www.masteatro.com/
3.02.2011
bedtime reflection
We do not miss each other so much, in spite of the words we dedicate to each other on the Net.
I have come to the conclusion that there is no much absence at all.
Missing someone is hearing someone's voice; missing someone is looking at someone's face; missing someone is sharing your time with someone. If it is possible. Of course.
It seems that we are not interested in our voices anymore.
Looking at someone's eyes give you away.
It seems we are supposed to have run out of Time.
If I tell you something with my own voice, the tone makes me feel naked and air what I carry inside of me.
If I use my glance to express myself, what I have inside of me could be shown, and as a result, everyone can look through the glass; and what it is worse: everyone can give his/her opinion.
If I share my Time, it seems as if someone could discount time from my own lifetime. And we cannot afford this. Of course.
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