Esta crítica se podrá ver en la web para la que colaboro:
http://www.masteatro.com/critica-de-la-vida-es-sueno-teatro-lope-de-vega-de-sevilla/
Y CON ELLAS LLEGÓ EL TEATRO.
Vergüenza y pudor me daría a mi colocar el punto sobre "i" alguna en esta visión doctoral de "La Vida es Sueño": Dos damas rotundas de la escena y de nuestro teatro clásico consiguen que el respetable, que acudió ayer en masa al Lope, sintiera en su butaca la misma sensación como si estuviera despegando en un Boing 747.
Enmarcada en una escenografía que al señor Vitrubio le habría fascinado, enmohecida acertadamente por aquello de que algo huele a podrido en la Corte de Polonia, y horadada por el asalto final junto con el "ballet" de figuras negras -sombras de sicarios parecían- conducido por Helena Pimenta, raya en lo magistral y elevado a la quinta potencia, más aún si cabe, con las "arias" de Segismundo entonadas por la maestría, ya única en su género, de Blanca Portillo quien, tras emitir el archiconocido -que seguramente más de uno lo susurraría desde su butaca- "y los sueños, sueños son" y, tras esconderse en su mazmorra, provocó un aplauso espontáneo que transmutó el Lope en un Maestranza al uso.
Y el verso... Ése "no sé qué que queda balbuciendo", emulando aquí al místico. El verso de ayer que suena y no suena, que preserva el torrente calderoniano y nos lo acerca al siglo XXI; ora interrumpido, ora acelerado; en ocasiones titánico y en su clímax, brutal; en su descenso íntimo y en su denuncia, certero; en su mayor dolor y traspaso, auténtico, y en su triunfo: Calderón por los cuatro costados. Creo que mis maestros D. Marc Vitse y Dña. Mercedes de los Reyes se lo habrían pasado de lo lindo ante este "banquete de los sentidos". Ojalá no se lo pierdan.
Segismundo abre la brecha (Blanca Portillo) y Clarín (David Lorente) aplica el ungüento; Rosaura (Marta Poveda) se desangra revolucionaria en su verbo y Estrella (Pepa Pedroche) la esgrima altiva. Momentos pictóricos y solemnes, tanto en su declamación como en su regia pose, Basilio (¡Gran Joaquin Notario!), se desmorona frente a su hijo.
Y la música... (guitarra barroca, viola de gamba... delicatessen recogida en un palco discreto)... en vivo y en directo que nos emplaza a un época y que, con su escogido y sensible repertorio, eleva el verso y catapulta al personaje para quien toca a fin de que la furia calderoniana se calme.
Y el final... Helena Pimenta, junto a su versionista preferido Juan Mayorga, nos deja "desilusionados" en el sentido más hermoso de la palabra. Todo queda destruido y en vías de reconstrucción. Desorden para el orden. Muerte para que el príncipe pueda resucitar, para que pueda volver a la vida tras el sueño, tras su coma en vida. Mensaje acaso nihilista: nothing to be done. Melancolía que entronca a Segismundo con el otro "alto signo viviente" de Elsinor. Nuestro Segismundo también medita. En Elsinor lo terrible rodeaba a Hamlet; en esta Corte de Polonia, lo terrible lo trae consigo Segismundo y Portillo lo retrata como la que más.
Y los efectos... La suspensión aérea del alma y del cuerpo del príncipe, volátil, que entra y sale de la corte como invitado y como reo: el "rompimiento de cielo" hacia donde Portillo lanza súplica y arrebatos.
A resaltar también: el bombardeo reivindicativo de Rosaura (Marta Poveda) ante Segismundo trastocado: "Mujer, vengo a que me valgas / en mi agravio y mi congoja/ y varón vengo a valerte /con mi acero y mi persona". Cierto es que Clarín (David Lorente) con su retruécanos y chanzas alivia la presa abierta y sin contemplaciones de la propuesta de Pimenta, puesto que el público, desde el minuto uno, ríe y acompaña al actor, pero también así lo hace la templanza llevada por Clotaldo (Fernando Sansegundo) la cual aminora el tropel de furia en verso del reparto (exceptuando a Rafa Castejón, débil y amilanado en todo).
Este nuevo acercamiento al texto (recuerdo el de Bieito aún, también impactante) se balancea entre la filosofía pesimista y la impronta wagneriana de un Calderón nuestro al que se le ha remasterizado en su brío, en su mensaje y en su magia para un público actual. Que salga Blanca y Helena por la Puerta del Príncipe.
Ovación imparable. Bravos al unísono. Saludo coral y elegante, en bloque, unidos. Blanca contemplando el Lope y el Lope, henchido. Porque con ellos: Autor, Actriz y Directora, anoche, llegó el Teatro a Sevilla.