El actor llegará siempre al ensayo en un estado mezcla de cándida ignorancia y de estupor, pues desconoce, como si se tratara su primera vez, la línea que debe cruzar. Aun trayendo su equipaje asegurado y siéndole familiar la ruta a seguir en mayor o menor medida, sin embargo, una vez pise la escena, más vacía que nunca, y se enfrente a una directriz sucinta, al sonido de una melodía de fondo y al de su propia voz, se desarmará a posta, para dar la bienvenida -si así lo desea- a un nuevo estado de gestación fútil, grácil, pasajera, que deberá alimentar, si así lo desea.
Por ello, la indicación habrá que acercársela con sigilo; alentar cuando proceda, y señalarle que el ancho del camino puede estrecharse tanto que acaso habrá de abandonarlo en algún momento y no volver a él jamás. Se irá perdiendo el actor -única materia escénica- a medida que se vaya ganando, y viceversa. Todo es negociable. Todo será momentáneo.
El actor siempre llegará al ensayo con la desmedida seguridad de un viajero experto aunque sabe el guía le pueda salvar de lo que siempre desconoce: a él mismo.
NOTA BENE: Enhorabuena a todo/as participantes de ayer tarde y gracias por vuestro respeto.
Foto: Benjamín Lozano, en los ensayos de mi obra ©"El Incorrecto" (Sevilla, 2010-2011)
Foto: Benjamín Lozano, en los ensayos de mi obra ©"El Incorrecto" (Sevilla, 2010-2011)