un extracto de mi crítica. el resto:
EN EL PAIS DE LAS PERVERSIDADES
“Para una joven criatura cuya cabeza está llena de fantasías, algunas pequeñas y sórdidas intrigas con un patán pueden adquirir el aspecto del amor con un dios, pero su exaltada actitud mental no evitará las consecuencias que probablemente seguirán”. Así lo dejaba por escrito Doris Langley Moore en su tratado “La técnica de la seducción“ publicada de manera anónima en 1928. Han pasado algunos años y seguimos siendo los mismos. Nada nuevo bajo el sol. Los instintos en un mano a mano con el deseo, las máscaras tan usadas y manidas para conseguir calmar nuestro apetito sexual, omnipresente en cada uno de nuestros pasos vitales, nos siguen persiguiendo y atormentando. Pero algo ha cambiado: espiar al Otro y conducirlo al agujero de nuestra perversión se antoja ahora, sino más fácil, más cómodo. Frente a la pantalla de nuestro ordenador seremos lo que nos plazca y si el Otro acepta jugar, la excitante partida habrá comenzado. Y para dibujar todo esto mucho mejor existe una pieza llamada “Grooming“ que nos hará rebullir en la butaca. El pathos emparejado con la pietas -según avance la obra- se instala en un parque, donde una chica y un señor coquetean con el temor y el deseo -previa cita engañosa en un chat- mientras el eco de Alicia y su caída en el fatal agujero actúa como metrónomo en nuestro cerebro. Las fantasías y el riesgo de la joven criatura inventada por Bezerra y hecha carne por la batuta magistral de J. L Gómez, sirven a esta producción de la Abadía para evidenciar el abismo virtual en el que hoy en día muchas adolescentes navegan y naufragan... _