10.23.2011

FIN DEL FEST, FIN DE FIESTA_ la crónica











El FEST hispalense ha acogido durante una semana a cómicos de la legua, a bailarines, a creadores y a entusiastas que no se han rendido ante el obstáculo que supone hoy en día la aventura escénica. Han venido desde Holanda, Francia, México, Alemania, Corea, Chile, Reino Unido, Israel, Argentina, Bélgica y, por supuesto, desde diversos y distantes puntos de España y Andalucía. Muchos de ellos con premios internacionales en sus carreras, alta profesionalidad, arriesgadas apuestas, novísimos lenguajes y, sobre todo, pluralidad y fidelidad de la pièce bien faite.



Ni que decir tiene que Sevilla, territorio para la ocasión, genera sin querer hacia ella, para lo bueno y para lo malo, para los de dentro y para los de fuera, un eslógan permanente: odi et amo. Aquí nos movemos en masa algunas veces, y otras, nos subimos a un efecto péndulo que las más de las veces nos juega pésimas pasadas. Sevilla ante el FEST es una muestra de ello. De ahí, que se recomiende a Sevilla -mi ciudad- a aprender a rendirse ante lo evidente, ante un festival escénico con nombres de renombre y con un contundente y sobresaliente conjunto de obras que merece el lugar que le corresponde: muy arriba. El balance ha sido indudablemente óptimo, sin embargo, para el próximo año, la ciudad deberá rebasar este resultado con creces. La visión cosmopolita y sorprendente que nos ha traído este FEST es justamente lo que el espectador de hoy debería incluir en sus deberes: apertura global y aprendizaje de cada uno de los mensajes que estas compañías han ido desgranando por espacios -llamados topos para la ocasión- que se han visto desbordados de puestas en escena que, sin este escaparate, no habrían estado a nuestro alcance.




El simpático “pestillo” con el que se cerró el festival anoche de la mano de Juanjo Macías (Premio Escenario 2011 por “La gloria de mi mare”) era un surtido de humor imparable, de pizcas de sátira, y como condimento, la denuncia -porque para eso estaba sobre las tablas, dueño y señor, como debe ser- entre malabarismos de gracia+talento y una improvisación de fantástico “desmadre” de casi dos horas. El trovador hacía pública entre bromas y veras la necesidad de que el arte, el trabajo de los cómicos debe ser recompensado a tiempo así como más tiempo en los escenarios. Su jarabe medicinal -su crítica- con sabor a fresa, nos lo tomamos sin rechistar y sin parar de reír.


FEST 2011: una experiencia sin igual. Espero y deseo volver a asistir y a disfrutar en 2012. Para terminar, mi agradecimiento a Isabel Blanco, directora del FEST/Endanza por su gentileza para con esta web y desde aquí reconocer su esfuerzo invertido en esta genial muestra multicultural de teatro




con Juanjo Macías, ayer noche tras el su monólogo clausura del FEST.