Del 7 al 30 de Julio en el Centro Cultural Santa Clara. Sevilla.
Cía. Producciones Imperdibles.
Me van a permitir un exceso en algún tramo de este artículo: la sevillanía. No se puede opinar de este nuevo montaje de Producciones Imperdibles sin perder de vista la ciudad de Sevilla.
Ya sea en el patio de la antigua Fábrica de Tabacos con Carmen o en los Reales Alcázares con Isabel la Católica, esta infatigable trupe lleva desde 1997 haciendo de cada lugar histórico en cuestión, decorado natural/naturalista para sus funciones. Entrar ya en el recién restaurado convento de Santa Clara es el 50% de garantía de que la representación va a ser un éxito.
Saben estos cómicos el potencial que manejan en sus manos además de conocer cómo multiplicar la belleza de las columnas que rodean al patio del antiguo cenobio con sus ocho siglos a cuestas, la fuente de mármol en su centro y los inmensos naranjos y palmeras con una iluminación sencilla, acertada y sorpresiva amén de las proyecciones -algo característico en ellos como ya pude apreciar en sus 7 pecad2 capitales la temporada pasada- aunque esta vez el tino a mi juicio ha sido mayor: la imágenes de tablas medievales conjugadas con elementos tan naturales como puede ser el agua misma, resaltan, como señalé al comienzo, el decorado real donde trabajan.
Para los sevillanos supone un lopesco “banquete de los sentidos”: arquitectura gótico-mudéjar, agua, vegetación, incienso, cánticos… y para el forastero, al ser ésto lo que busca en nuestra ciudad, se le brinda sin pudor. Tutti contenti.
A todo este festival, se le une la historia misma de la ciudad: la dramaturgia se basa en las leyendas que desde el medievo han correteado por las calles hispalenses: la monja Doña María Coronel que se virtió aceite hirviendo en el rostro para que el Rey Don Pedro el Cruel la dejara tranquila -contamos con la momia que es visitable y analizable…- hasta la truculenta muerte del Infante Don Fadrique, propia de un drama calderoniano. El espectador se reúne con los hechos fabulados de su propia ciudad mientras que el invitado a su vez se puede empapar de ella hasta quedar hipnotizado.
El quid de todo esto reside en que el espectador acude al escenario original de la leyenda; está presente en su kilómetro cero donde las polifonías que entonan las monjas/actrices y el uso de candiles o piezas renacentistas consiguen llevarnos a otro tiempo.
Como sevillanos que son y que somos los del público en su mayoría, saben y sabemos que nos gustan los guiños entremesiles,-aquí fue Lope de Rueda innovó con sus pasos- y en el patio de este convento los recuerdo en la escena de las ánimas de ésos mismos personajes a quienes le dan un vuelco para mofarse de ellos mientras andan errantes por las galerías del convento. Y si queremos versos en puñados y algo de vibración, la apasionada interpretación de Mª Paz Sayago como Don Pedro. Brava.
A mi modo de ver, bien podría este espectáculo salir de Sevilla, aun siendo éste, como he dicho, su kilómetro cero. Cualquier convento español podría albergar estas leyendas de amoríos de madrastras con hijastros, de asesinatos entre reyes e infantes y de obispos tranfulleros. El problema residiría en que en otros conventos no encontrarían ustedes las tumbas verdaderas de algunos de ellos, ni todos cuentan con la Torre de Don Fadrique a la salida, ni el público reconocería las calles, plazas y riberas que bailan en las bocas de los personajes.
Es curioso que, tratándose de “monjas” las que nos aleccionan sobre historia y leyenda -mezclando en armonía ambas sin conocer límites- imitan a sus colegas los clérigos quienes, desechando el latín en su día para que se les entendiera con aquello de:
Quiero fer una prosa en román paladino
En el qual suele el pueblo fablar a su vecino
Las monjas, como ellos, siguen aquello del "enseñar deleitando" y de la captatio benevolentiae de la audiencia pretendiendo educar, instruir, aleccionar, presentando unos protagonistas que no todos encarnan cualidades morales . De ahí que lo visto parezca más un “eixemplo” en escena que una obra teatral al uso.
En definitiva, muy recomendable en este verano sevillano que no termina que castigar con los grados de más, e invitar desde aquí a todo aquél o aquélla que desee visitar nuestra ciudad para embeberse de leyendas in situ y disfrutar de un patio machadiano con fuente, inspiración y verso incluido.