La corriente no es ventajosa. El aire que se escurre por ahí nunca trae consigo nada recomendable.
Mejor cerrar aquellas puertas que esconden más que muestran.
Porque el sosiego llega con la oscuridad, aunque ahora pueda sonar un poco desproporcionado.
La puerta cerrada.
¿Que qué mano la cerró?
Algunos pensarán que ésta, y otros, que aquélla. Y qué más da.
Los bandos se organizan solos y solos cavarán sus trincheras; y al final, con las fuerzas reservadas, habrán cavado las tumbas de todos los participantes.
Mejor la tumba que la promesa carnívora.
Mejor que la puerta se cierre.
Los personajes no merecen ir de puerta en puerta.
Mejor en su cajón de sastre.
A la espera de la verdad y no de la promesa débil, enferma y vaga.
La puerta al fin cerrada.
Y caso cerrado.
NOTA.- estas palabras no pertenecen a un texto teatral. es una declaración.