" ... Mrs. Twister estaba hoy exultante. Una vez que había condenado al monstruo por escrito quedando así radicalmente extirpado de su pensamiento -pues sus lectores lo habían identificado y aplaudido y con eso bastaba-, había decidido que lo menos tóxico para su vivir, era no acudir a la sesión extraordinaria que el Sacro Ateneo celebraba esta tarde en un villorrio cercano. Y es que Mrs. Twister, tantas veces vapuleada, ninguneada y malinterpretada por aquel consejo de bultos y caricatos, no estaba por la labor de rozar sus codos, ni de contemplar sus muecas banales, ni de establecer diálogos donde la pobredumbre léxica y el hastío de aquellas miradas dejaban caer sin apenas ser conscientes: esta vez contaba con la libertad absoluta de dejar que sus carnes reposaran sublimes en su poltrona y ahorrarse tan mema cacería. Cacería porque los bufones y sus liendres cuando se reúnen sin que la humanidad les está observando, sólo pueden obrar como su madre Lady Macbeth los concibió. Así que sentada en su poltrona, Mrs. Twister evitaría, además de todo lo anterior -que no es moco de pavo- lo cansino que le suponía a ella elegir por enésima vez tono, gesto, sonrisa, giro y vocablo para con aquella minicaterva de supuestos doctores que se creían, los muy ilusos, descendientes de la pata del Cid. Cuando se acercara la hora, no podría evitar nuestra protagonista -dado que su imaginación era su segunda piel- recrear los crujidos que aquellos sabios y sus meretrices de tebeo soltarían al reír, o sus insolentes máscaras que habrían elegido para tan bello acto, sin saber que "el Tiempo quitaría la máscara a lo que la astucia oculta.".
El Sacro Ateneo estaba hoy de fiesta y, desde su poltrona, reposaría dichosa, casi triunfante, el alma de Mrs. Twister por haber sido libre a la hora de decir un "no" de lo más sinfónico..."
foto_ "agnus dei"_ cía. taetro